lunes, 26 de febrero de 2018

Ahora te entiendo

Conoces a alguien. Te llama la atención. Le hablas. Hay química. Pasa lo que ambos queríais.
Empezáis algo. Emoción desbordada. Entusiasmo desmedido. Poesía. Prosa.
Dudas. Felicidad. Diferencias. Similitudes. Discusiones. Reconciliaciones.
Más dudas. Menos felicidad. Diferencias insalvables. Similitudes poco importantes.
La discusión.

«Es mejor así». «Has hecho bien». «No lo soportaba». «Podría haber acabado mucho peor».
Tiempo sin veros. Reflexión. Reafirmación.
¿Un café? Un café. Y una mirada. Y un gesto. Y poesía. Y prosa. Y casi se caen las barreras.
Salvada por la campana.

Más tiempo sin veros. Más reflexión. Más reafirmación.
Una conversación. Y una palabra que te hace sonreir. Y un mensaje que te hace sentirte especial.
Se desata la imaginación. La razón corta por lo sano.
Miedo. Miedo de caer. Miedo de que la razón se rinda a la sensación.
Alivio. Alivio por estar lejos. Alivio por saber que solo te afecta en las distancias cortas.

Ahora entiendo. Entiendo a la que vuelve junto a quien la hace sufrir. Nunca lo había comprendido.
No tiene lógica. Y ese es precisamente el motivo. Que no es la lógica la que motiva esas decisiones.
Ojalá no caigas. Ojalá no vuelvas. Ojalá seas capaz de seguir sola.
Pero no te culpo.
Porque ahora te entiendo.